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SEGUROS ENTRE SEGUROS: FUTURA

  • Foto del escritor: abece
    abece
  • 28 may
  • 3 Min. de lectura
ree

.- ¿Busca algo en especial señor?


Salté.


No esperaba a nadie a mis espaldas mientras metía la cabeza en la profundidad del mueble de las salsas, en busca de una con raro nombre.


Tanto que ya ni recuerdo…


.- ¿Qué si le puedo ayudar en algo?


Sorprendido, salí de allí precipitadamente; como de costumbre, tropecé al echarme para atrás y casi caigo de forma ridícula frente a mi carrito, encima del objeto de mi interés: un autómata triangular de metro, metro sesenta, lleno de distintos productos para mascotas, sobre todo alimento para perro.


Lo miré a los ojos, o lo que pensé que eran sus ojos, un par de cámaras acomodadas como tales, una a lado de la otra, que incluso contaban con un par de coquetas pestañas, cortesía tal vez de algún empleado travieso.


Parpadeó.


Un poco nervioso, di un par de pasos más para atrás…, tiré un empaque de cátsup, traté de cacharlo pero fue imposible cosa que sí hizo el robot, con un movimiento veloz y preciso.


Salté de nuevo, esta vez sin dejar de mirar al aparato que, tras guardar rápidamente la bolsa rescatada, insistía en servirme: “Le puedo ayudar en algo”, preguntó con mayor firmeza, presionando incluso.


.- ¿Eh? Tragué saliva y como pude me excusé…


.- No tiene de qué señor… Que si le puedo apoyar en algo…. Necesita algún producto en particular…


.- ¿Perdón, qué, sí? contesté tontamente…


.- ¿Puedo hacer algo por usted?, dijo ahora con dulzura.


Dudé, tenía lo suyo esa voz entre mecánica y humana, pronto me olvidé de mi salsa, y me enamoré…

.

- Estoy seguro que puedo apoyarle, confíe en mí…, persistió, melosa.


ree

Ya nada importó y quedé en silencio: no importó que el sonido de la tienda llenara el ambiente con sonidos festivos, transformando todo el lugar en una herramienta más del objeto inteligente que me perseguía, entre asistente y vendedor. Entonces, al mirar alrededor, entendí que me estaban seduciendo, el tendero robótico, la tienda, los estantes, los productos, las ofertas, las novedades, las importaciones con aranceles especiales, todo vinculado de alguna manera con todo en una especie de baile que ya nos había movido varios metros desde el sitio donde comenzamos nuestra relación.


Sin sentirlo, de repente, de un momento a otro le agarré confianza y hasta le hablaba de tú y nos perdimos entre las carnes y la panadería, llenando mi cesta con innumerables cosas…


Minutos después:


.- increíble… cuánto me has hecho ahorrar….


.- Bueno señor, es lógico… únicamente debe seguir las oportunidades que siempre ofrecemos…


.- Como si fuera tan fácil…. Dónde has estado todo este tiempo….


.- Bueno señor, aún no existía…. La robótica y la IA apenas viven un momento de auge ahora…


ree

.- Jajajajajaja, ya sé, no seas payaso. Es una broma…. Más bien, ya no me dejes…. Hasta me dan ganas de proponerte matrimonio…


.- Disculpe señor pero eso no es posible. Pertenezco cien por ciento a la tienda y no tengo figura legal como para tener opción a una unión civil…


.- NI te apures, podemos hacer muchas cosas…. Puedo venir a visitarte todos los días, invitarte a comer, conocernos… o de plano huir juntos….

Saltó.


¿Le incomodó o le atrajo la propuesta?


Difícil saberlo porque en ese momento le distrajeron jóvenes clientes, al parecer totalmente adaptados con los nuevos entes de plástico y metal pues se llevaron aparte mientras charlaban alegremente con él…


Seguí caminando, explorando los alrededores –ropa casual para caballero-, sin destino fijo. Entonces sólo debía pasar a la farmacia por unos rastrillos y ya.


El autómata me reencontró llegando a las cajas. En silencio, aunque crujiendo un poco dadas sus características físicas, me acompañó y me asistió en el pago de mi despensa.


Al final añadió: le recuerdo que también es posible hacer pagos de servicios especiales como luz, seguros, rentas, impuestos, y prácticamente cualquier cosa que necesite…


-. ¿Seguros? ¿Venden seguros? Recordé que salí a la calle con el seguro vencido…


ree

.- No, sólo recibimos pagos. Si desea un buen seguro acuda a un experto…, un agente que le recomiende lo mejor de lo mejor y esté pendiente de usted…, dijo contundente, de manera fría e implacable mientras me entregaba una tarjeta con una mano-pinza que salió como por arte de magia del interior del aparato.


.- Le miré, ahora con admiración…. Vaya que si sabe, me dije a mi mismo, y salí de la tienda en plena reflexión, mirando la tarjeta: LIc. Ma. Carmen Blanca, seguros y fianzas para individuos y empresas.


Minutos después tuve mi seguro allí mismo, a mitad del tráfico, en el centro de la ciudad más grande del mundo….

 
 
 

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